CREATIVIDAD Y LITERATURA EN MI DOCENCIA

Leer es ser inconformista. Es creer que hay otras realidades posibles, algo más que el sistema preestablecido. Leer es ser libre.

escritura es libertad
Y escribir es gozar como nadie de esa libertad.

A aquellos que estamos inmersos de una forma u otra en el mundo de la enseñanza, la práctica docente nos muestra a diario la desmotivación generalizada que hay a cualquier nivel educativo hacia la escritura y la lectura. Los niños y niñas del Siglo XXI, en constante contacto con los medios de comunicación, son objeto de una excesiva estimulación audiovisual, pero, paradójicamente, esta estimulación trae consigo un efecto inverso al de la acción: poco a poco crece en nuestra sociedad una generación “pasiva”.

La misma crisis que están padeciendo los juegos tradicionales y las actividades al aire libre (excepto, curiosamente, aquellas que están “programadas” y por las que los padres pagan un dinero) en pos del auge de los videojuegos, la televisión y el contacto a través de las redes sociales, la está sufriendo también la relación infancia-literatura.

Gianni Rodari, el célebre pedagogo y escritor de literatura infantil y juvenil, en su artículo “La imaginación en la literatura infantil”, distingue dos tipos de niños en su relación con la literatura:

“Hay dos clases de niños que leen: los que lo hacen para la escuela, porque leer es su ejercicio, su deber, su trabajo (agradable o no, eso es igual); y los que leen para ellos mismos, por gusto, para satisfacer una necesidad personal de información (qué son las estrellas, cómo funcionan los grifos) o para poner en acción su imaginación. Para «jugar a»: sentirse un huérfano perdido en el bosque, pirata y aventurero, indio o cowboy, explorador o jefe de una banda. Para jugar con las palabras. Para nadar en el mar de las palabras según su capricho.”

Paisaje de hadas
Leer para viajar con la imaginación.

Pues bien, la sociedad de los mass media ha “arrasado” con el segundo grupo. El exceso de estimulación hace que no haya cabida para la imaginación. Muy atrás queda ya aquella niñez que disfrutaba y pasaba sus ratos de ocio leyendo a Robert Louis Stevenson, a Julio Verne o a Lewis Carrol (autores que el propio Rodari expone en su artículo como referentes de la literatura infantil y juvenil). En la actualidad, si los niños y niñas entran en contacto con estos autores, es a través de los popularizados “planes de lectura”.

Leer, y por ende escribir, se ha convertido en una tarea tediosa, reservada únicamente para los niños del primer grupo. La Literatura es una obligación y no una elección placentera, y los alumnos la perciben como algo ajeno a sus necesidades y motivaciones. Se les dice en la Escuela que es algo positivo para ellos, pero nunca llegan a entender el porqué. Este es un problema que el sistema educativo debería solventar de forma inmediata, pues es una muestra de que algo no funciona en la metodología vigente.

Yo siempre abogaré por una estrategia que pase de la pasividad a la acción; del leer al escribir. Podría parecer que así tiro piedras contra mi propio tejado de escritor, pero nada más lejos de la realidad. Este primer acercamiento propicia de forma espectacular la aparición de nuevos lectores.

Los niños, en su interior, siguen presentando los mismos sueños e inquietudes de siempre, solo que están aturdidos por la abrumadora estimulación exterior. Es tarea del maestro el ponerlos en contacto consigo mismos y sacar a la luz esa necesidad de expresarse, intrínseca a su naturaleza. Lo único que desean es ser escuchados, y el código escrito les da una oportunidad de mostrarse tal y como son, de plasmar en el papel los sentimientos más profundos de su subconsciente.

Once upon a time
(Resulta sorprendente la de cosas que nos podemos encontrar siguiendo las estrategias adecuadas de escritura creativa).

 

El problema que surge, incluso cuando ya hemos logrado motivar a los chicos y los hemos puesto en contacto con este tipo de actividades creativas y con esta forma de comunicarse, es que no están acostumbrados a crear y transmitir, solo a recibir y asimilar. Lo más probable, tras plantearles una actividad, es que aparezca la frustración, pues muchos no se ven capaces de inventar; piensan que no tienen nada que decir y consideran que carecen de imaginación.

Comentarios habituales que podemos oír en el aula tras pedirles que escriban un cuento son: “es que no se me ocurre nada”, “es que no tengo imaginación”, “es que no sé qué poner…”. Pero la verdad es que todo el mundo está capacitado para escribir. Mis alumnos son narradores por naturaleza, solo que no saben sobre qué hablar.

Debo confesar que en mi niñez no fui muy lector. Pero siempre tuve un contacto constante e intenso con la Música y el Cine. Las distintas artes están más ligadas entre sí de lo que pensamos. Y, en mi caso, la pasión por el Cine fue lo que me llevó a escribir desde muy joven historias del género de la épica fantástica para un público de mi misma edad (para mí mismo). Podría decirse que de niño escribía más que leía. Cada vez que jugaba con mis playmobil o mis legos, un guión, una trama se ponía en marcha. Y después empecé a sentir la necesidad de plasmar esas historias en el papel.

Escritura y juego
Escribir y jugar para mí siempre han sido lo mismo.

Para conseguir que mis alumnos lean, debo lograr que se interesen por el arte de contar historias, que escriban. Y para conseguir que escriban, me baso en las célebres palabras del  Oscar Wilde: “No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo”.

Si yo me lanzaba a escribir de pequeño era porque el Cine y la Música me daban el material sobre el que hablar.

Siempre abogaré por una Educación Interdisciplinar: afincado en una rama que me encanta, la Literatura Comparada, he sido testigo una y otra vez de la maravillosa relación Música-Literatura.

“Tener algo que decir y decirlo”. Me gusta proporcionar a mis alumnos algo que decir, y lo hago a través de la motivadora inspiración musical.

Si he logrado que esta metodología educativa despierte tu interés, en mi próxima entrada “MÚSICA EN EL AULA DE LENGUA Y VICEVERSA”, ahondaré en sus entresijos y en mi experiencia con ella.

Un día más, gracias por tu tiempo.

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Un comentario sobre “CREATIVIDAD Y LITERATURA EN MI DOCENCIA

  1. Totalmente de acuerdo, están absortos en mirar las redes sociales y «cotilleos varios»… se pierden algo muy bonito por no leer. Crear en tu mente la película de la historia que lees, posicionarte con un personaje y vivir sus experiencias como tuyas, es algo fantástico.

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